Descubre detalles sobre la vida en la prisión de Puente Grande, Jalisco, donde ocurrió la fuga de un importante recluso
La Impactante Fuga en Puente Grande, Jalisco
El reconocido delincuente, conocido como el Chapo Guzmán, logró evadirse de la cárcel de Puente Grande en Jalisco el 18 de enero de 2001. Te revelamos cómo era la rutina diaria en esta penitenciaría que fue clausurada durante la administración de Andrés Manuel López Obrador (AMLO).
De acuerdo con versiones oficiales, el Chapo Guzmán logró escapar del Centro Federal de Reinserción Social (CEFERESO) número 2 con la colaboración de Francisco Javier Camberos, alias ‘El Chito’, quien facilitó su salida oculto en un carrito de desechos.
No obstante, el periodista Jesús Lemus reveló en su obra “Los Malditos” que el Chapo Guzmán abandonó el penal de Puente Grande haciéndose pasar por un agente de policía, disfraz que logró tras simular una dolencia para dirigirse a la enfermería y cambiar su atuendo.
A esta misma narrativa se sumó la periodista Anabel Hernández en su libro “Los Señores del Narco”:
“Los extensos documentos oficiales me permitieron verificar que en 2001, el Chapo no se fugó de Puente Grande en el célebre carrito de lavandería, sino que altos funcionarios lo llevaron vestido de policía.
Al margen de la escapatoria del Chapo, profundizaremos en la cotidianidad y las adversidades que enfrentaban los reos en la prisión de Puente Grande.
El Mundo Dentro de Puente Grande
Jorge Cueto compartió sus vivencias en la penitenciaría de Puente Grande durante una entrevista con el emprendedor Oso Trava, detallando las experiencias como interno de este centro ubicado en Jalisco hasta septiembre de 2020.
El fundador de Prison Art, una iniciativa enfocada en respaldar, rehabilitar e reintegrar a la sociedad a reos recluidos en cárceles mexicanas, describió que al ingresar a esta cárcel, los internos pasaban primeramente por un área de “ingreso” durante 21 días. “población”, posteriormente
“Es el sector más crítico de toda la prisión”, expresó al describir que esta sección del complejo constaba de dos módulos con un patio en los que “no hay nada”, lo que llevaba a los presos a comer incluso trozos de lata hallados en la basura.
Realidades en Puente Grande
Jorge Cueto detalló que la cárcel de Puente Grande estaba dividida en dos segmentos en el área de ingreso: uno llamado Beverly Hills y otro denominado El Barrio Chino; el acceso al primero era posible mediante un pago de 20 o 30 pesos.
“En ‘El Barrio Chino’ se aglomeraba la gente mientras que en el otro lado, por así decirlo, la situación era más manejable. La única distinción es que no había agua, electricidad ni servicios sanitarios. Es decir, solo contaban con un hoyo en las celdas porque tampoco había sanitarios, ya los habían retirado, entonces tenían un hoyo destinado a ser el baño pero sin suministro de agua. No disponían de mantas, colchonetas ni ningún otro objeto.”
El ex recluso explicó que en cada zona había un líder; en Beverly Hills, era a ese individuo a quien se debía entregar un pago de 20 o 30 pesos para acceder a una zona con mayor espacio.
Régimen de Puente Grande
Jorge Cueto resaltó la relevancia de las alianzas con los compañeros de celda en Puente Grande; “no podías comportarte como un santo, debías encontrar la manera de sobrevivir”, expuso en un diálogo con el emprendedor Oso Trava.
El ex interno mencionó que tuvo suerte al ganarse el respeto de la población carcelaria, dominada principalmente por jóvenes veinteañeros. También recordó la información abundante que indicaba que la cárcel operaba bajo un sistema de “autogobierno”.
Caótica Realidad en la Prisión
Leonel Manzano, liberado del penal de Puente Grande el 28 de diciembre de 2018 gracias a una amnistía dictada por el presidente López Obrador, compartió su vivencia en la cárcel jalisciense, considerada un auténtico “infierno” por los funcionarios de la institución.
“¡Bienvenidos al infierno!, ¡vagos, esto es el infierno y reciben una cálida bienvenida!”, recuerda Leonel Manzano sobre las palabras de bienvenida que escuchó al ingresar al penal.
“Esto que les diré, caballeros, deben recordarlo a partir de ahora. Quiero afirmar que han llegado al infierno. Eso se les quedará grabado en la memoria. Repito, este lugar es conocido como el infierno, por si no lo sabían. Y yo soy el diablo, así que les haré una pregunta, ¿de qué color es el diablo?”
Tras su liberación en 2018, rememoró las torturas que sufrió:
“Inicialmente, eran puras golpizas, el avioncito (oídos), golpes en la frente, el pecho, las piernas… Luego comenzaba lo más atroz, La Palestina. Te ataban las manos por detrás, tensando los codos y te suspendían. En medio minuto, sentías como si te arrancaran los brazos, como si la carne se desgarrara. Cuando estabas a punto de desmayarte, clamabas, te empapabas de sudor. Por último, venía el tehuacanazo. Las otras torturas debían ser realmente brutales si mientras pasabas por eso, recuperabas fuerzas”