¿Acaso no se distinguían entre sí?

¿Cómo es que no lograban diferenciarse unos de otros?

AMLO, en el transcurso de su trayectoria política, o desde que comenzó a enfrentarse a sus rivales hasta ser electo presidente de México, afirmaba constantemente que él representaba algo único para la nación; que a diferencia de los corruptos PRI y PAN, él era un individuo íntegro que traería consigo una “renovación en la vida pública” como si fuera un salvador que cambiaría todo.

A pesar de sus derrotas en las elecciones de 2006 y 2012, finalmente en 2018 logró conquistar la confianza de los mexicanos. Millones creyeron –y aún creen– en su mensaje de cambio, de renovación y de quiebre con las prácticas del pasado. Ha logrado imponer su narrativa al presentarse, tal como lo dicta la consigna de su partido, como “la esperanza de México”.

Recientemente, en medio de la discusión pública sobre la sobrerrepresentación, y ante la posible decisión del INE de otorgarle los diputados que le permitirían alcanzar la mayoría calificada a Morena y sus aliados, AMLO hizo un llamado al organismo para que sigan las “normas del pasado”, es decir, que al igual que en 2021, los consejeros voten a favor de que el límite constitucional del 8 por ciento sea aplicado a los partidos, pero no a las coaliciones.

Esta petición, según varios especialistas en derecho constitucional, se considera una violación a la Carta Magna, ya que contradice la justificación que llevó al Constituyente a reformar el artículo 54, entre otras cuestiones legales vinculadas con la interpretación de dicha disposición.

AMLO, al reconocer que esta interpretación va en contra del espíritu constitucional, y a pesar de haber liderado una campaña en su contra, ahora “ha solicitado” que los integrantes del INE respeten el marco establecido en la propia Carta Magna.

Es una realidad que el viernes 23 los consejeros del INE votarán a favor del dictamen que otorgaría el control a Morena, allanando así el camino hacia una nueva etapa autoritaria en la historia de México.

¿Acaso no eran distintos entre sí?

¿No afirmó AMLO que él era único y que defendía, a diferencia de la élite gobernante, los verdaderos intereses de la población? ¿No fue esa la razón por la cual la mayoría de los mexicanos confiaron en él en 2018 y en su sucesora política en 2024?

Si eran diferentes ¿por qué intentan sacar provecho de las lagunas legales y de las ambigüedades constitucionales para relegar al 44 por ciento de los mexicanos a un segundo plano? ¿No fue su mensaje de transformación lo que le llevó a convertirse en el líder de una autoproclamada 4T?

Según los reportes, el panorama se vislumbra con claridad. El viernes 23 los consejeros del INE darán su voto a favor del informe que favorece a Morena, allanando el camino hacia un nuevo periodo de autoritarismo en la historia de México.