Crítica contra Claudia Sheinbaum y su peinado por Guadalupe Loaeza

Crítica contra Claudia Sheinbaum y su peinado por Guadalupe Loaeza
Por
Frida Gómez

Enfrentar la columna de opinión escrita por Guadalupe Loaeza en el periódico Reforma es una tarea monumental. Aunque sería fácil ignorarla, es preocupante que en México este tipo de discurso, cargado de clasismo, racismo y misoginia, siga encontrando resonancia. En un contexto histórico donde dos mujeres compiten por la presidencia, es vital subrayar el machismo implícito en “analizar” el cabello de las candidatas. ¿Es realmente el físico de las mujeres un asunto de debate presidencial? No lo creo. Este enfoque en el físico convierte el debate en algo superficial y sexista, donde el cuerpo femenino es juzgado según estándares banales.

No recuerdo haber leído que Calderón fuera acusado de envidiar la altura de Fox o AMLO debido a su baja estatura, ni que se considerara a Carstens irresponsable por su peso. El machismo dicta cómo deben ser los cuerpos femeninos y demanda que cumplan ciertos patrones.

Discriminación y superficialidad

Guadalupe Loaeza perpetúa y amplifica la discriminación hacia el cabello rizado. En su mundo superficial, la imagen es lo más importante. Probablemente, sus experiencias personales con la envidia le hacen creer que es un sentimiento generalizado entre las mujeres.

Desde el cambio de estilo de Claudia Sheinbaum, su cabello ha sido objeto de críticas. Aunque ella argumenta que se trata de versatilidad y conveniencia, nunca ha sido una mujer preocupada por seguir las últimas tendencias estéticas. Apenas usa maquillaje y su comunidad judía es conocida por sus rizos, incluso en los hombres. Así, además del clasismo y racismo en el texto de Loaeza, también se percibe una notable xenofobia.

Estereotipos y cambios de imagen

Sin afán de contribuir al escrutinio sobre los cuerpos de las candidatas, es probable que Loaeza se decepcione al descubrir que Xóchitl Gálvez no tiene el pelo lacio naturalmente ni siempre lo tuvo rubio. Seguramente necesitará pastillas para la ansiedad al enterarse de estos hechos. Sin embargo, hay una diferencia significativa en los cambios físicos que han experimentado las candidatas a lo largo del tiempo.

Claudia Sheinbaum ha seguido de cerca las guías de comunicación no verbal para sostener la continuidad de su proyecto político en un México superficial. Mientras tanto, Gálvez y su familia han transformado su imagen para disfrazar y enfrentar sus orígenes.

Xóchitl Gálvez ha vivido un proceso al que su hija, Diana Vega, llama “domesticarse”, lo que ha implicado un blanqueamiento motivado por el racismo.

Transformaciones y significados

La historia visual de Xóchitl Gálvez muestra cómo su cabello oscuro y rebelde se ha transformado en una imagen políticamente correcta, ya que en los círculos conservadores, las mujeres con cabello oscuro no son bienvenidas.

Claudia Sheinbaum ha modificado su apariencia con el tiempo, logrando una imagen más sofisticada y presidencial según la comentocracia. No obstante, no es una persona superficial, pero vivimos en una sociedad que valora demasiado la apariencia física de las mujeres. En este contexto, Claudia hace lo necesario para ser tomada en serio.

Por otro lado, Xóchitl se ha reinventado con todas sus contradicciones. Si alguien ha alterado su imagen debido al racismo, es ella, quien se muestra orgullosa de su herencia indígena mientras se tiñe el cabello de rubio. Lo relevante es que tanto Claudia Sheinbaum como Xóchitl Gálvez, así como muchas mujeres, han sido víctimas de violencia estética en diversas formas. Ya sea por el cabello o el peso, las mujeres nunca somos suficientes ante una mirada crítica que demanda lo que jamás se espera de los hombres.

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La lucha por la validación masculina, impuesta desde tiempos antiguos, ha utilizado la envidia como herramienta de división entre mujeres, como explica Marcela Lagarde en sus “Claves feministas para el poderío y la autonomía de las mujeres”.

Reflexiones finales

Debemos cuestionar por qué la autora emite críticas de esta naturaleza y cómo es posible que un periódico respetado publique tales discursos discriminatorios. Guadalupe Loaeza refleja las críticas y el contexto en el cual se formó, pero hasta para emitir discursos de odio se requiere investigación, no solo lanzar comentarios venenosos que, intentando apoyar a su candidata favorita, terminan involucrándola en un debate innecesario sobre la imagen.

En conclusión, es fundamental elevar el nivel del debate y entender que los cuerpos no deben ser objeto de crítica. El cuerpo y el cabello de las mujeres no deberían ser temas de interés periodístico y, mucho menos, ser juzgados.

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Un mensaje final

En un país donde el acoso escolar y el bullying alcanzan niveles alarmantes, con cifras de muertes y suicidios, es increíblemente insensible que una columnista juegue con la “envidia” de las niñas, ignorando el impacto negativo de sus palabras. La discriminación hacia el cabello rizado, que inicialmente estigmatiza a la comunidad afrodescendiente, está prohibida en ciudades de Estados Unidos y es considerada un discurso de odio. California fue el primer estado en prohibir la discriminación por el cabello, y debemos entender que este desprecio irracional hacia el cabello rizado tiene sus raíces en el racismo contra comunidades negras y africanas. ¿Cómo se atreven a criticar a una candidata por falta de sensibilidad?

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