La administración del presidente actual

La administración del presidente actual

La gestión del mandatario en el poder

Si buscamos resaltar lo positivo, podríamos afirmar que el mayor logro de López Obrador ha sido manejar la esperanza. Al inicio de septiembre, nos encontramos con cifras oficiales que difieren del discurso del informe presidencial, aunque esto no parezca relevante. Es notorio que algunos centros médicos carecen de insumos y que ciudades enteras optan por implementar toques de queda no oficiales, mostrando realidades diversas. A pesar de no alcanzar la perfección, fuimos el país donde la posibilidad de mejoría, el sentimiento de unidad y la percepción de tener a un líder “del pueblo” fueron suficientes para mantener la confianza, reafirmar el apoyo y relativizar los aspectos negativos.

A estas alturas, resulta redundante para la crítica y los medios seguir calificando a López Obrador de mentiroso o contrastar los datos estadísticos con su gestión presidencial. Es inútil intentar justificar con números y términos complicados su realidad, como si no fuera palpable para la ciudadanía.

Lo significativo radica en explicar cómo, a pesar de las cifras que indicaban una situación aceptable, el descontento, la saturación y el rechazo a las administraciones anteriores creaban un malestar generalizado que impedía reconocer y apreciar cualquier avance. El error crucial de los tecnócratas fue enfocarse únicamente en mejorar indicadores que favorecían a sectores específicos, descuidando la legitimidad social. Consideraron que la formalidad, el lujo y el elitismo bastarían para mantener un sistema privilegiado donde solo ciertos individuos tenían acceso al poder.

En la actualidad, la política de López Obrador ha revertido esta situación. No se observa una mejora en los indicadores económicos neoliberales y tecnocráticos que solían determinar la efectividad de un gobierno. Estos aspectos han perdido relevancia en la opinión pública, no ocupan las conversaciones cotidianas ni generan inquietud en la población. No se discute en las calles sobre deudas públicas o déficits fiscales, ni se perciben como compra de voluntades a través de programas sociales, como muchos analistas afirman.

López Obrador logró conectar con una mayoría que previamente había sido excluida, que no se sentía representada debido a la distancia social y cultural entre ellos y los medios tradicionales. Administró la esperanza y transformó el descontento y la frustración en confianza, emocionando a cientos de personas que sintieron, quizás por primera vez, que su voto había valido la pena.

Ese es el gran fracaso de los grupos opositores afiliados a la derecha. Los que diluyeron una protesta legítima, como la del movimiento estudiantil de las facultades de derecho, con sus intervenciones innecesarias y obsoletas. Las voces de Javier Lozano, Lorenzo Córdova o Margarita Zavala carecen de relevancia actualmente, ya que representan un paradigma político desfasado. La sociedad no desea escuchar sus discursos anacrónicos ni apoyar sus posturas conservadoras. La ciudadanía se centra en su bienestar y su firme creencia en un futuro mejor.

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Transformaciones socioeconómicas positivas

En lugar de enfocarse en indicadores especializados, es crucial reconocer los cambios reales en la vida de miles de personas que experimentan una realidad mejorada. Desde el aumento del salario mínimo hasta la implementación de programas que dinamizan la economía, se perciben avances concretos y directos en la sociedad.

Con respecto a las mujeres, la administración de López Obrador tiene asignaturas pendientes. Este grupo ha sido marginado y ha sufrido la destrucción de estructuras destinadas a empoderarlas y romper con las normas patriarcales. Las mujeres se han visto afectadas por la informalidad laboral, perdiendo acceso a empleos estables y dignos. Asimismo, la falta de atención a temas de salud femenina, como el cáncer cervicouterino y de mama, ha generado incertidumbre. La promesa de renovación en México parece haber relegado a las mujeres a roles tradicionales, retrocediendo en derechos y libertades conquistadas.

La problemática de las desapariciones y la crisis en derechos humanos parecen ser justificadas tácitamente por una nueva política de “sálvese quien pueda”, donde las víctimas son responsabilizadas por sus propias desgracias. La esperanza generada durante este gobierno ha desplazado la solidaridad con casos emblemáticos, como el de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, que han sido olvidados por gran parte de la sociedad. La percepción de descontento con la clase política anterior se ha difuminado, dejando espacio para un optimismo generalizado.

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A pesar de los desafíos futuros en relación a la reforma judicial y el papel de las fuerzas armadas en el país, el ánimo positivo prevalece entre muchos ciudadanos, que combinan la nostalgia por el presidente saliente con la esperanza en el futuro gobernado por Morena.

Ten en cuenta que estas opiniones son personalizadas y pueden encontrarse diferentes perspectivas sobre el tema.

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